Pensar la diferencia entre investigar en inquirir es un asunto de sumo interés y de la preocupación de poca gente. Sin embargo, este tema está ligado a la comprensión de muchos otros concepto que tienen que ver con la investigación científica, con los tipos de investigación existentes y con la solución a esa pregunta sustancial de todo trabajador intelectual, de todo investigador: qué es investigación.
Actualmente, en las universidades de América Latina, existe una preocupación razonable: impulsar y desarrollar la investigación cientifica. La promoción de proyectos de investigación, de grupos de investigación; de resultados de investigación científica, de cursos sobre investigación es evidente y profusa.
Digo que es una preocupación razonable porque todos compartimos la tesis de que la esencia de la universidad es el desarrollo del conocimiento científico y que éste se logra por medio de la investigación científica. Es decir, mediante el estímulo de las denominadas Actividades de Investigación y Desarrollo.
Lo que no es razonable es que, siendo así, los proyectos educativos institucionales se fijen “visiones” y “misiones” y “presupuestos” cada vez más alejados de esa esencia. No es razonable, por ejemplo, que el presupuesto universitario en Colombia no llegue, en ningún caso, a superar el 0.8%, con destino a la investigación. Tampoco lo es el hecho de que el Decreto 80 de 1980, en Colombia, hubiese fijado, a duras penas, el 2% del presupuesto para investigación, cosa que, además, jamás se cumplió, y menos razonable aún es que en Colombia, la corporativa Ley 30 de 1992, que en la actualidad se defiende porque las políticas de gobierno están mucho más atrás, hubiese eliminado ese rubro como exigencia de ley.
In vestigio
Investigo es como si dijésemos in vestigio. Es como si nos metiéramos en la búsqueda y en el hallazgo del rastro, de la huella, de la señal de algo. El que investiga busca, precisamente eso: el rastro, la señal, la huella, el vestigio de las cosas, de la realidad. En la práctica científica lo entendemos como el conocimiento del objeto de investigación y del problema de investigación.
Precisamente, en mi opinión, es esa esencia de la investigación científica la que no la hace deseable en un país o en un sistema con huellas, señales y rastros de inhumanidad, de injusticia, de irracionalidad y de bestialidad.
La práctica científica dejaría al descubierto lo irrazonable, lo injustificable de una sociedad que se revuelve en la mentira, en la falsedad, en la criminalidad. Descubriría la bandada de tartufos que dirigen nuestros estados, incluido el Estado Universitario.
Inquirir o inquisición
Puede ser por eso que estas sociedades y estas instituciones reemplacen el investigar por el inquirir. In quaeris, inquiero viene también de busca, pero en este caso, de lo oculto, de lo interior, de la intención.
Se inquiere, así, la opinión, la conciencia, la creencia. Las disposiciones de la ideología, el ideario, la ideoteca de alguien. El que inquiere busca intenciones.
La inquisición obra por dentro y no tiene como criterio la verdad. Por eso la inquisición siempre es temible.
Un país que niega la investigación e impulsa la inquisición, es un sistema en el que la felicidad se niega.
Así que, como observamos al leer este artículo investigar e inquirir es un asunto relacionado con una serie de hábitos que debemos criticar y oponernos. A su vez es una invitación a estudiar el asunto investigación científica y sobre todo qué es la investigación científica.