La Biblioteca personal es un tema relacionado con hábitos de lectura. Lógicamente ligado al territorio de comprensión lectora y estrategias de lectura.
Desarrollar, formar y poseer La Biblioteca personal, revistas y folletos en papel es el primer hábito de un lector de nivel profesional. Eso es lo que llamaremos el hábito de la biblioteca personal. También debemos tener presente el habito de la biblioteca digital personal, pero ese es otro asunto.
La Biblioteca personal, he aquí un hábito de lectura y escritura que va ligado, atado y unido al trabajo intelectual. A la comprensión lectora, a las estrategias de lectura, a los tipos de lectura, en fin.
¿Cómo sería un trabajador intelectual, un profesional en cualquier rama dela Ciencia sin su biblioteca personal? Sería simplemente “increíble”. Sería como el pescador que no acariciara y tuviese su atarraya y su río por donde llegasen los bailarines peces.
La biblioteca personal es ese rincón, ese lugar imprescindible donde la soledad, el goce del recurso propio, se junta con los “mejores amigos”, con ese grupo que nos orienta y va formando nuestro ideario, incluso nuestro criterio. Eso es la biblioteca personal.
La biblioteca personal es el conjunto de mis libros, los que he seleccionado, conseguido con mis propios esfuerzos. Esos libros que se despiertan conmigo, esos libros que al llegar el sueño de las lunas caminantes, me vierten sus párrafos como en lluvia de letras. Es mi colección de libros amigos, mi biblioteca personal.
Poseer esta colección constituye un hábito imprescindible para quien quiera caminar los senderos de la lectura y de la escritura, de la comprension lectora. No es posible entrar al grupo de hombres y mujeres amigos de la lectura, sin poseer su biblioteca personal de libros en papel, incluso hoy cuando algunos piensan que el libro en papel ya no forma parte de la vida. Esto es una falacia.
Bueno, pues aún es tiempo de iniciar, de fortalecer, de gozar nuestra biblioteca personal, como un hábito de lectura.
Existen bibliotecas personales famosas y bibliotecas de escritores que son un ejemplo para la adopción de este hábito.
Bibliotecas personales famosas y bibliotecas de escritores
Sobre este tema cuántas historias se podrían tejer. Todo hecho sobre la pregunta ¿cómo los grandes hombres han cultivado su colección personal de libros, su biblioteca personal? ¡Cómo la educación conlleva este hábito!
Largas y bonitas historias podrían relatarse para ejemplo de los jóvenes de hoy.
Marcel Proust: luz y color estival, por un libro
Por ahora se me escurre esta pequeña nota de Marcel Proust, el paliducho y enfermizo hijo de Adrien Proust, médico epidemiólogo de la Facultad de Medicina de la Universidad de Paris y de Jeanne Clemence Well, mujer culta y llena de conocimientos, pero sobre protectora de su hijo.
El autor de En Busca del tiempo perdido y muchas otras excelentes obras, nos cuenta en relación con sus libros que los tenía reunidos en su habitación de Combray, renunciando a la luz del Sol en los veranos promisorios:
«Aquel oscuro frescor de mi cuarto,- dice Marcel Proust – era al pleno sol de la calle, lo que la sombra al rayo. Es decir, tan luminoso como él, y ofrecía a mi imaginación el espectáculo total del verano, del que mis sentidos, si hubiesen salido a pasear, solo habrían podido disfrutar de modo fragmentario y de esta manera se acomodaba bien a mi reposo que, gracias a las aventuras narradas por mis libros, capaces de estremecerlo, soportaba”.
En su casa no entendían que diera la espalda al tan anhelado carnaval de luz y color estival, por un libro. La abuela le suplicaba que saliera de su encierro, al final Proust la complacía- comenta Winston Manrique Sabogal en el periódico El País de España, el 31 julio de 2011 y cita:
«Y no queriendo renunciar a mi lectura, iba a proseguirla, por lo menos en el jardín, bajo el castaño, en una pequeña garita de esparto y tela en cuyo fondo me sentaba y me creía oculto a los ojos de las personas que pudieran venir a visitar a mis padres».
Oswaldo Guayasamín: Un libro en el que nace una canción
Resulta interesante contarle a mis lectores que en la biblioteca personal de libros de Oswaldo Guayasamín, la noche del 7 de noviembre de 1950, mientras tertuliaban importantes intelectuales ecuatorianos, Jorge Carrera Andrade tomó al azar, como lo cuenta Jorge Enrique Adoum, un libro de esta biblioteca: se trataba del primer tomo de En Busca del tiempo perdido, de Marcel Proust.
Sobre una de las guardas de este libro Carrera Andrade escribió un verso:
Yo quiero que a mí me entierren
Luego prosiguió, según Adoum, Hugo Alemán y Jaime Valencia.
Como a mis antepasados
Finalizó el propio Jorge Enrique Adoum
En el vientre oscuro y fresco
De una vasija de barro
Y continuaron con las bellas estrofas de esa canción latinoamérica, Vasija de barro, a la que en esa misma noche le pusieron música Los Potolos.
William Ospina: Zaratrusta, un relámpago
En marzo de 2008 tuve la posibilidad de un re-encuentro amistoso con el escritor colombiano William Ospina. En aquel encuentro pude hacerle una larga entrevista. Allí estuvo presente la biblioteca personal, la colección personal de libros.
Trascribo parte de esa entrevista:
Lizardo: ¿William Ospina tuvo biblioteca hecha con ladrillos y tablitas?
William: Si, la tuve. ¿Quién no?
– ¿Qué libros la conformaban?
– Bueno, sobre todo, a partir del momento en que llegué a Cali, que fue cuando empecé a conseguir libros míos se fue constituyendo mi pequeña biblioteca personal. ¿Qué libros recuerdo de esa biblioteca? Recuerdo la edición de José y sus hermanos que eran dos tomos; de Julieta la Fe, muy bella. No la volvieron a sacar. Una edición que recuerdo mucho, la de Los tres mosqueteros. También algunos libros de historia, de sociología, de marxismo, estructuralismo. Algunos libros de Freud, las obras de Nietzsche, por supuesto. Para mí la lectura de Zaratrusta fue un relámpago.
– ¿Esa biblioteca personal hecha de ladrillos y tablitas tiene algún recuerdo especial? ¿Cómo la quieres, la recuerdas?
– Bueno esa biblioteca personal duró muy poco en las tablas y los ladrillos porque yo he sido siempre demasiado errante, demasiado nómada, y entonces muy rápidamente volvían a las cajas. Mi biblioteca estuvo en cajas más que en estantes, buena parte de mi vida.
Ahora la tengo en estantes y eso no toda. Todavía tengo buena parte en el suelo. Pero ha ido creciendo y hasta me ha parecido un poco agobiante. No porque tenga muchos libros, sino muchos para los que yo pueda tener y resistir, porque yo soy de los que piensa que no hay que leer todos los libros. Yo prefiero unos cuantos libros bien leídos a muchos libros bien organizados.
Marilyn Monroe, tenía biblioteca, gran lectora, poeta
Se llamaba Norma Jeane Baker, pero escogió por insinuación de James Dougherty, su primer esposo, el de Marilyn, por la actriz del momento Marilyn Miller y Monroe por ser el apellido de soltera de su abuela. Así la conoció todo el mundo como Marilyn Monroe.
También se le conoce por la foto del vestido blanco, diseñado por William Travilla, en la escena que se le atribuye el fotógrafo Sam Shaw, en la película La tentación vive arriba, filmada en 1954, en la Avenida Lexington, con calle 52, de Manhattan, en la que al pasar por una rejilla del metro, el viento le eleva la falda hasta el lugar que ella le permite.
Se le conoce menos por su relación con la Literatura y con autores que la influyeron o la despreciaron. Esposa del escritor y dramaturgo Arthur Miller y amiga cercana de Truman Capote. Con el primero parece que no tuvo más que rechazos y burlas, como lectora y escritora. El autor de Las brujas de Salem y tantas otras, genio y figura, tuvo que influirla a pesar de que no la consideraba una gran intelectual. Con el segundo, con el autor de A sangre fría, tuvo una amistad mucho más cercana en la labor literaria.
A Marilyn Monroe se le conoce menos por sus libros, por su biblioteca personal. Por su afán y hábito lector. Eso, seguramente, no formaba parte del paquete comercial de los productores. Sus 430 títulos, que componían su biblioteca personal, recogían las obras de Joyce, Whitman y Heine. ¡Marilyn, tenía biblioteca, Marilyn era lectora asidua!
Interesante observar la gran cantidad de fotografía donde podemos apreciar un erotismo que lee. Marilyn tenía la que ahora figura entre las bibliotecas personales famosas y una más entre las bibliotecas de escritores
Así, también, es bueno pensar a Marilyn Monroe, esa rubia teñida, inocente y culpable como poeta. Son muchos los versos compilados y publicados de esa mujer que atrajo la mirada y el deseo de tantos hombres.
Marilyn escribe:
¡Qué extraño! Qué extraños los humanos/Algunas veces los miro/Y no me reconozco/Formando parte de ellos.
También nos deja saber sus versos así:
Cuando no esté: Por favor no hables de mí/No digas cosas malas, ni cosas bonitas/Cuando no esté/Bésame en los labios/Acaríciame una y otra vez/Acaríciate como si tus manos/Fueran las mías.
Los poetas le han cantado a Marilyn Monroe
Ernesto Cardenal, el emblemático poeta nicaragüense le cantó así a esa muchacha, paradógica y triste.
Oración por Marilyn Monroe
Señor: Recibe a esta muchacha conocida en toda la Tierra
Con el nombre de Marilyn Monroe
aunque ése no era su verdadero nombre
(Tú conoces su verdadero nombre,
El de la huerfanita violada a los 9 años
y la empleadita de tienda que a los 16 se había querido matar)
y ahora se presenta ante ti sin ningún maquillaje
sin su agente de prensa
sin fotógrafos y sin firmar autógrafos
sola como un astronauta frente a la noche espacial.
Jorge Guillén, poeta de la Generación del 27, cuya escultura permanece en los Jardines del Poniente en Valladolid, le cantó así:
Cuerpo a solas: […] Era tan observada por los ojos de todos/Que se escondió en la nada.
Jotamario Arbeláez, el nadaista poeta que nació en 1940, en Cali, la pretenciosa Capital Mundial de la salsa y la llamada por algunos Caliwood, se atrevió a escribirle y deshilachado poema que en alguna parte dice:
Los inadaptados no te olvidamos Marilyn. Ahora que los gusanos han echado sobre tu cuerpo la primera palada del olvido/Ahora que vives debajo de Los Ángeles, sin necesidad de psiquiatras […]
Bueno por ahora lo que queda es una pregunta muy interesante: ¿Cómo ha sido, es y será la biblioteca de la gente que le ha legado al mundo cosas maravillosas?
Como eran las bibliotecas personales de gente como Carlos Darwin, Carlos Marx, William Shakespeare, Albert Einstein, Bolívar, Newton, Sigmund Freud… En América la biblioteca de George Washington, Simón Bolívar, Francisco de Miranda, Antonio Nariño, Francisco José de Caldas, Martín Luther King, José Martí, en fin, en fin, no terminaríamos.
Lo cierto es que tener, formar y fomentar la biblioteca personal es un hábito de lectura y de escritura. Es algo imprescindible si queremos alimentarnos de la buena información que la humanidad nos ha legado.
A formarse en este hábito: En busca de los libros perdidos
¿Cómo está de desarrollado este hábito entre mis estudiantes universitarios?
En Cali, Colombia, ciudad donde participo de la “lucha de clases”, como dicen mis compañeros maestros, apliqué una encuesta en el año 2015. Allí encontré cosas que nos ponen a pensar y, sobre todo a actuar.
De los 144 alumnos que entrevisté, 104 no han iniciado su colección personal de libros, revistas y folletos. Sencillamente no tienen biblioteca personal.
Constituyen el 72% de mis estudiantes. Un porcentaje lo suficientemente alto como para ir pensando acciones que permitan modificar esa situación.
Quienes dicen poseer colección personal de libros, revistas y folletos son 40 estudiantes. Son el 28% del total de los encuestados.
Sin embargo, al indagar sobre la cantidad de libros disponibles en las colecciones de quienes dicen disponer la cifra no supera los 20 títulos, estando el promedio en 12.
También al preguntar sobre el tipo de libro que poseen salta a la vista que son principalmente libros de exigencia escolar. Son los llamados “textos escolares”, adquiridos para cumplimiento de solicitud escolar.
El indicador desarrollo, formación y posesión de colección personal de libros en jóvenes universitarios o en general en trabajadores intelectuales no se ha estudiado en América Latina. Este indicador no lo han contemplado el Cerlal, Centro Regional del Libro para América Latina, ni la Unesco.
Estamos trabajando, pues, sobre un indicador nuevo, que no registra antecedentes en relación con la variable hábitos lectura y de escritura.
Sin embargo, ello no conduce a pensar que este indicador no deba incorporarse a los nuevos estudios sobre los comportamientos lectores de los trabajadores intelectuales de nuestra región sobre lo que podemos llamar hábitos de lectura, con fines de comprensión lectora.
Por el contrario, se nos desgranan preguntas como:
¿Es posible en la actualidad, en pleno desarrollo de la Revolución cientifica y tecnológica, que un profesional, en cualquier rama de la ciencia o de la técnica pueda sobrevivir sin disponer de sus libros cercanos, sin sus “libros amigos”, sin sus libros en papel?
¿Qué podemos pensar de un médico, un abogado, un biólogo, un fisiólogo, un investigador que no posea sus propias y cercanas herramientas de trabajo? ¿De esa especie de acordeón que se abre y se cierra cada vez que lo queremos ojear y hojear?
La biblioteca personal es el más tesoro de conocimiento que el hombre pueda tener, ya que en ella se recopilan los documentos y textos que hacen parte de su conocimiento en los cuales en algún momento de la vida despertaron la que inquietud de saber… y que una vez apropiado en la lectura hace ya parte de su conocimiento e historia.
Edinson Enrique, muchísimas gracias por su apunte. De verdad, este hábito es enriquecedor y genera todas las posibilidad de hacer que el hombre se sienta acompañado de los mejores seres de la sociedad, los autores.
La Biblioteca personal es aquella riqueza que todo ser humano debe ir construyendo por su propio bienestar; ya que en ella se pueden encontrar argumentos figurativos para avanzar en los amplios y largos caminos de la vida….la biblioteca personal te da la oportunidad de escoger e ir recolectando los instrumentos qie creas necesarios en tu vida.
Camila, muchas gracias por colocar su idea en ese intento por impulsar un hábito de lectura necesario. Abrazos.
La biblioteca personal es el regalo mas grande que te puedes dar para enriquecer tu conocimiento, poderlo transmitir con seguridad y mucha alegría. Una biblioteca personal no solo son estantes llenos de hojas con portadas bonitas, es un sinfín de historias y conocimiento en cualquier ciencia con un valor incalculable.