Jairo Ojeda, el poeta de los niños entre 0 y cien años, como él mismo lo dice, nació en Mercaderes, un pueblito del departamento del Cauca, en Colombia. Ahora vive en Cali aunque, pensándolo bien bien, Jairo Ojeda
vive en cada niño, en cada adulto que a cantado sus canciones, que son muchas, que son poemas a la vida y, como quiero tratarlo en este artículo, a la amistad.
Un país con dos poetas que piensan en los niños, en el futuro, ya está al borde de la emancipación. Ahora bien, si ambos se llaman Jairo ya es un privilegio del azar. Colombia tiene dos Jairos, dos poetas para alegrar la existencia de los niños: Jairo Aníbal Niño y Jairo Ojeda. El primero anda por los territorios del buen recuerdo, el otro Ojeda nos acompaña con sus obras escritas y sus canciones.
El uno con sus cuentos y versos templados en el cotidiano amanecer; el otro con sus poemas hechos melodías y caricia de música. Ambos han llenado de ideas el sentir solidario de los niños, incluso de los que hoy tienen bigote y más hijos que siembran futuro.
Jairo Ojeda tiene tantas canciones pensadas para los niños que, en su guitarra caminera brotan como “gotitas de lluvia”, “caballitos de palo”, “escaleras con do, re mi fa, para llegar al Sol”. Jairo Ojeda, observa, compone. Le regala al mundo la música de todos los tiempos.
Pero, sobre todo, Jairo Ojeda es un sembrador. Por eso nos enseña que lo bueno hay que sembrarlo, cuidarlo y echarle mucha agüita. Que la amistad, es una semillita que al echarle agüita nos deja ver raíces, tallos hojas y frutos.
O si no, recordemos este poema, esta canción, que es una invitación a la amistad, bien regadita de agua.
La semillita
Caminando por la calle me encontré una semillita
Sin saber de qué sería en una taza la sembré
Pasaron dos, cuatro, seis, siete, ocho, nueve días
Pero nada renacía en mi taza de café.
Hasta que un día al abuelo le conté
Y él se reía porque agua no le eché.
Practicando cada día el consejo del abuelo me encontré
Que asomaba una carita, luego dos y tres hojitas
Del granito que sembré.
No hay duda: Todos los sujetos impulsores de la amistad solidaria debemos sembrar muchas semillitas. Sino ¿cómo florece?
Pero, además, echarle mucha agüita. Sin ese líquido cariñoso y tierno no será posible la vida. Sobre todo, la vida solidaria y amistosa.
¿Hacemos en cada día una campaña para la buena siembra de la amistad?